Blog Archive

sábado, 6 de febrero de 2010

I was born to tell you I love you...



Me ajuste la bandana roja. Me coloqué las gafas de sol y me tumbé en la arena. El sol se clavaba poco a poco en mi piel y presentía que se me iba a quedar la marca de la camiseta que llevaba para que no se me viese el bikini. La brisa acariciaba mi piel haciendo que el calor no picará tanto. En mis cascos sonaba Your call. Esa canción hacía que automáticamente girará la cabeza hacía el lado derecho para mirar las olas y verlo a él en la tabla. Estaba inmerso en su mundo, en medio del gran mar. ¿Estaría mirándome también? ¿Estaría sonriendo también al saber que estábamos a unos pasos?  
Se terminó la canción y el salió del agua. Movía la cabeza y sus rizos se movían como muelles. Yo disimulé e hice como si no mirase, pero el sonrió. Vino a mí y cogió un casco y me susurró al oído “I was born to tell you I love you”.
Le di su bandana verde. Dejó que se la guardará yo esta vez. Cogió la tabla y me ayudo a levantarme. Sentí su mano fría por el agua. Cogí la toalla y se la ofrecí, entonces él la tiro y dejo la tabla.
-¿Qué haces?
-Necesito hacer una cosa y no puedo con eso en la mano.
-¿Qué necesitas?-Pregunte mirándole.
-Esto.
Me cogió por la cintura y me acerco a él. Después me abrazo haciendo que cada gota de su cuerpo formaran parte de mi camiseta y esta quedara mojada. Y entonces en mi cabeza apareció “You and me, flesh to flesh”.
Cogió la bandana y se la puso con su estilo característico. La toalla se la echo en el hombro. Lo miré y sonreía. Si él sonreía yo automáticamente también. Cogió y la tabla y espero a que yo empezara a andar.
-Te quiero llevar a un sitio, es especial-Dije mientras me colocaba bien las gafas.
-¿A dónde?
-No lo sé, no lo conozco, pero sé que es especial.
-¿Por qué?
-Cuando lleguemos te lo diré.
Cada paso se quedaba marcado en forma de huella en aquella playa. Ya se veía el sitio. Las olas chocaban contra las rocas. No conocía aquellas rocas, pero quería cumplir la tontería de él.
-Es especial porque voy contigo y porque es tu tontería y formo parte de ella.
Dejo la tabla y la toalla en la arena y me cogió de la mano arrastrándome con él. La sensación de caerme por aquellas rocas disminuyó al sentir su mano agarrando fuertemente la mía. Se sentó  y me señalo un sitio al lado suyo. Me senté y me cogí las rodillas. Estaba anocheciendo y el cielo dibujaba tiras naranjas entrelazadas con azul y nubes blancas. El mar más oscuro y la espuma de las olas blanca como las nubes.
-Es precioso-Dije apoyándome en su hombro.
Nos quedamos un rato sin decir una sola palabra. Mirar aquel paraíso es como si hubiéramos hablado durante horas. De pronto se puso de pie y sonrió.
-¿Qué tramas?
-Nada.-Dijo mientras se ajustaba la bandana verde.
-Conozco esa sonrisa.
-Pues si la conoces acompáñame.
Lo perseguí con sumo cuidado para no caerme. Lo abrace por detrás y el cogió mis manos.
-Quítate las converse, comienza tu paseo.
Me las quite y las tire junto a las demás cosas. Empezamos a andar. La brisa hacia que mi pelo jugara con el aire. Mi piel estaba quemada por el sol. Él lo sabía así que fue al mar y se mojo las manos, poco después se situó detrás de mí y me metió las manos en los hombros. Cada segundo que pasaba, cada paso, cada mirada, hacia que lo quisiera más. Seguíamos andando y él bajo por la espalda haciéndome cosquillas por los laterales. Paseamos un rato y mientras que volvía me di cuenta de algo. Algo muy importante. Lo quería, ¿Por qué lo sabía? Porque mirarlo y sonreír no era normal. Porque querer sentir su tacto en mi piel no era normal. Porque si no lo sentía a mi lado en aquella tarde no hubiera sido una tarde especial.
Aquel día termino. Quemada en la cama del hotel ponía la tele y solo veía bandanas verdes. Aquella tarde fue única.

martes, 2 de febrero de 2010

Nos salió cruz más de una vez...




En aquel momento pensó todo lo ocurrido aquella tarde. Sus bocas lentamente acercándose y al fin tocándose haciendo que los de se unieran durante unos segundos. La mano de él bajo su camiseta acariciando su espalda. La pasión en la que él la cogía de la cintura. Todo había sido una locura, un impulso largo. Aunque los dos sabían que lo volverían a repetir tantas veces que simplemente se miraran. Los dos eran jóvenes y no sabían lo que era el amor, solo querían pasión. Se perdían en sus propias miradas, pero no querían prometer que eso iba a ser así toda la vida. Sus besos eran infinitos, pero eso no significaba que fueran pareja. Ella se liaba, no quería asignar ningún nombre a aquello, simplemente lo quería tener cuando ella lo reclamara. Los dos siempre le daban mil vueltas a la moneda, pero salía cruz. No estaban hechos para compartir una vida ni para ser una sola persona. No, ellos no. Ellos existían para que el término pasión tuviera sentido. Ella lo veía así. Nunca había visto nada tan claro. Le da igual como lo entendieran los demás, no había más vueltas que darle al asunto.