Mi vista siempre se iba hacia aquel adorable patio encerrado entre verjas verdes. Notaba que aquel sitio me daba más vida. Pero no era el sitio, si no los millones de recuerdos que se formaron a partir de haber estado allí. Oí un ruido y todos mis recuerdos se esfumaron al ver a aquella niña de ojos azules cantando “bicho”. No tendría más de siete años. Iba cogida a la mano de su hermana te pelo castaño y largo. Ella tendría unos 10 aproximadamente. Cada una llevaba un bote de cristal con una mariquita dentro.
-Marie, ¿Cómo se dice mariquitas en inglés?-Dijo la mayor sonriendo a la pequeña.
+Ladybugs, ¿Es así, Patt?
-¡Claro que sí!, toma una sandía.-Y le tendió una de las chucherías preferidas de la pequeña.-A partir de ahora tú serás Lady Marie.
+Y tú Lady Patt.-Dijo saltando.-Somos Ladybugs.
Poco a poco note que las voces se iban a alejando y todo se hacía más borroso…
-¡María!-Empezó a gritar Patri mientras me zarandeaba.- ¡Que te has quedado dormida!
+Uy… ¿Ha acabado la peli?
-Sí, pero yo también me he quedado dormida- Dijo riéndose.
+Me pregunto si alguna vez terminaremos de ver Amelie…
-Yo creo que no…
+Bah, entonces como mis ganas de quererte, nunca se acabaran.
-¡Tonta!-Dijo mientras me abrazaba.
Cuando llegue a mi casa note algo en el bolsillo, lo cogí y era una pulsera. La pulsera que me prometió. En ella estaba escrito algo, “Un tal 17 de mayo…” Sonreí y pensé, “por más años, old sister.”